SINOPSIS "EL NIÑO QUE QUERÍA SER TINTÍN"
“El mundo de Tintín es más divertido que el nuestro. Aquí hay demasiadas cosas que no comprendo y que me ponen muy nervioso. En las historias de Tintín se nota enseguida quiénes son los malos o cuando hay algún peligro. Pero aquí no se sabe nunca cómo va a terminar todo y, aunque seas muy bueno, no es seguro que vayas a ganar!”. Así piensa David. Es evidente que no se encuentra muy a gusto en el mundo que le rodea, por eso sueña con vivir en el universo de papel de su héroe favorito. desea emularle y solo piensa en ser igual que él.
Pero Leticia le enseñará que la realidad también es interesante. Muy interesante. Y que los héroes de papel nunca disfrutarán de los sentimientos reales.
EL NIÑO QUE QUERÍA SER TINTÍN quedó finalista en el PREMIO LAZARILLO.
PRIMER CAPÍTULO
Me llamo David y, aunque suene un poco raro, me gustaría vivir en otro mundo, tener otro nombre y ser otra persona... Me gustaría ser Tintín.
Mis padres me regalaron mi primer libro de Tintín el día que cumplí cinco años. Se llamaba "Tintín en América".
Apenas sabía leer, pero entendí muy bien aquella historia de Tintín y sus amigos gracias a los dibujos.
Había cientos y cientos de cuadritos llenos de dibujos. Exactamente 711 cuadritos,
Mi padre me explicó que los cuadritos se llaman viñetas y en cada una hay "bocadillos" con el texto de lo que dice cada personaje.
Después de aquel libro, vinieron todos los demás. De vez en cuando y por cualquier motivo, me regalaban uno nuevo hasta que completé toda la colección: veintidós en total.
La verdad es que aprendí muchas cosas con Tintín. Con él aprendí a leer y también aprendí geografía... y más cosas...
Por ejemplo, lo importantes que son los amigos. Tintín quiere a sus amigos más que a ninguna otra cosa en el mundo. Lucha por ellos y a veces se juega la vida para salvarlos.
Yo, la verdad, no sé si me jugaría la vida por Félix, que es muy amigo mío y me gusta un montón jugar con él a las chapas.
A lo mejor me la jugaría por Leticia, la chica que más me gusta del colegio. A Leticia no sé si la quiero más que a Félix, pero sí sé que la quiero de otra manera. A lo mejor ella lo sabe, pero hace como que no lo sabe. A las chicas que yo conozco les gusta mucho hacerse las interesantes.
Claro que, para jugarme la vida por ella, tendría que ser por algo muy gordo. Si un señor quisiera secuestrarla delante de mí, pues haría algo como gritar o pegarle o insultarle para que la dejara en paz. Eso sí sería jugarme la vida.
Con Tintín también aprendí otra cosa: a no mentir.
Tintín dice siempre la verdad, pase lo que pase.
No conozco a nadie que diga tanto la verdad. Después de mi madre, claro.
Mi padre también dice muchas verdades, pero es diferente. A él hay que entenderle porque a veces dice las cosas de una forma un poco más complicada. O sea, que después de hablar con él, hay que pensar en lo que ha dicho para saber lo que ha querido decir. No es que mienta, pero es más difícil saber lo que está diciendo. Eso también lo dice mi madre.
Con los libros de Tintín aprendí que el mundo está lleno de países. Aunque eso también nos lo cuentan en el colegio. Pero es diferente porque es más aburrido y no hay aventuras.
Nuestro profesor, el señor Torres, tiene un gran globo en el que están dibujados todos los países del mundo, pero es muy difícil entenderle porque no se ven los señores que viven en los países. Y por mucho que nos quiera explicar que en América hay vaqueros, indios, rascacielos, caballos...., pues como no se ven, no se entiende. En cambio, Tintín te lo enseña todo y lo comprendes enseguida.
Ilustración del libro, realizada por FRANCESC INFANTE.
Pero lo que más me ha gustado de Tintín es que te enseña que hay que ser valiente para luchar contra los malos. Y que no hay que tener miedo de las cosas.
Yo quiero ser valiente como él, pero ahora soy pequeño y todavía tengo mucho miedo. Por la noche, no dejo que mi madre apague la luz hasta que me haya dormido. Pero si sigo leyendo a Tintín, sé que seré valiente.
El mundo de Tintín es más divertido que este. Aquí hay demasiadas cosas que no comprendo y que me ponen nervioso.
Las historias de Tintín son más fáciles de comprender. Se nota enseguida quiénes son los malo, o cuando hay algún peligro. Además, los malos siempre pierden y acaban en la cárcel... Pero aquí no se sabe nunca cómo va a terminar todo y, aunque seas muy bueno, no es seguro que vayas a ganar.
Yo me peleo mucho con uno de mi clase que se llama Gilberto y es muy bruto y un poco malo, también lo dicen los profesores. Siempre me gana y me pega y hace lo que le da la gana. Si yo fuera Tintín... ¡ya vería ése!
Y pasa lo mismo en mi casa. Nunca sé cuándo va a haber problemas.
Yo sé que mis padres se quieren porque por eso se casaron y a veces se lo oigo decir. Pero no entiendo por qué tienen tantas discusiones y se dicen cosas tan raras. El otro día, mi padre le dijo a mi madre que iba a pedir el divorcio y ella le respondió que no se lo iba a dar. Es todo muy raro: se casan, tienen un hijo, se compran una casa y todo lo demás... Y luego, cuando ya lo tienen todo, van y a lo mejor se separan... No entiendo nada...
En el colegio también pasan cosas que no comprendo. Los mayores casi siempre están pegando a los más pequeños. Las niñas se ríen de los niños. Los primeros de la clase se burlan de los últimos... A mí me parece todo muy complicado.
Por eso digo que me gustaría ser como Tintín, para entender mejor las cosas. O mejor aún, me gustaría vivir en el mundo de Tintín donde las cosas son tan fáciles y divertidas.
-David, hijo, ya estoy aquí.
Es mi padre, que acaba de llegar a casa y, como siempre, me llama para que vaya a darle un beso.
-¡Hola, papá!
-¿Qué tal te ha ido hoy, Tigre?
Le encanta llamarme así. La verdad es que le encanta llamarme cosas raras como Tiburón, León, Caballo, Héroe, pero su favorito es Tigre. Yo creo que aún no se ha dado cuenta de que tengo nueve años... bueno, casi.
-Hoy me han castigado en clase por no haber hecho bien los deberes de ayer -le digo-. Pero no ha sido grave. Solo me han...
-¿Los deberes estaban mal? -me pregunta extrañado-. Pero si los hicimos juntos.
-Será por eso -responde mamá, que entra en ese momento en el salón.
.¿Cómo dices? -pregunta él, un poco molesto-. ¿Quieres decir que yo he hecho mal los deberes del niño?
Ella no responde, simplemente se encoge de hombros.
Yo ya sé que cuando las cosas empiezan así suelen terminar en una gran discusión.
-No tiene importancia -digo-. Hoy no tengo deberes y podré ver la película de esta noche con vosotros.
-Vamos a poner la mesa, que ya es hora de cenar -dice mi madre.
Mi padre y yo ponemos la mesa mientras ella calienta la comida.
-¿Qué película dices que quieres ver? -pregunta mi padre mientras toma la sopa.
-"La joya del Nilo" -respondo ilusionado-. Es la historia de una pareja que va a un país a buscar un...
-Pero, Tigre..., si esa película ya la hemos visto mil veces.
-Sí, ya lo sé, pero...
-Mejor ponemos la Primera y vemos el debate político que...
-¡Mira que eres bruto! -dice mi madre, saliendo rápidamente en mi defensa-. Déjale ver la película al niño, que le divertirá más.
-No importa, mamá, me iré a la habitación a leer. La verdad es que estoy cansado.
Mi padre no responde, pero ella le fulmina con la mirada. Las miradas de mi madre son terribles. Prefiero que me regañe a que me mire así.
Terminamos de cenar en silencio y, cuando mi padre se limpia con la servilleta, me levanto y, después de darles un beso a cada uno y desearles las buenas noches, me lavo los dientes y entro en mi habitación.
Con la luz de la mesilla encendida, me meto en la cama con un libro de Tintín.
Tintín, su perro Milú, el capitán Haddock y yo estamos en el mar, a la deriva en una balsa de madera... Nuestro barco acaba de ser hundido por los aviones enemigos que todavía nos sobrevuelan.
Nuestra situación es desesperada y temo que acabaremos siendo pasto de los tiburones... Hace un calor espantoso, no tenemos agua, no tenemos radio, no tenemos armas... ¡Estamos solos bajo el sol! ¡Nadie vendrá en nuestra ayuda!