EL EJÉRCITO NEGRO
EL REINO DE LA LUZ
LIBRO TRES


 


 SINOPSIS

ARTURO ADRAGÓNARTURO ha sufrido lo indecible con las dos muertes  de la princesa ALEXIA y la de la reina ÉMEDI, su propia madre.Ahora se dispone a partir en busca de ARQUITAMIUS, el maestro de  ARQUIMAES, el único que puede devolverles la vida.

ARTURO ha perdido la vista y está completamente ciego por culpa  del conde MORFIDIO, ahora convertido en el rey FRÓMODI.

Sin embargo, ha decidido no regresar a AMBROSIA hasta que consiga el  éxito de su misión.

FRAGMENTO


    EL VIAJE DE ARTURO

   La página más gloriosa de la leyenda de Arturo Adragón, rey de Arquimia y jefe del Ejército Negro, empezó a escribirse el día en que, a pesar de su ceguera, partió en busca de Arquitamius para que le ayudara a resucitar a Émedi y a Alexia.

   Después de la encarnizada batalla de Demónicus, Arturo había caído en un oscuro pozo, repleto de recuerdos tenebrosos, y se había encerrado en sí mismo. Allí pasaba horas luchando contra sus propios fantasmas, con los que mantenía una dura contienda.

   El joven caballero partió en compañía de Crispín, su fiel escudero.

  Siguiendo el consejo de Arquimaes, ambos cabalgaron hacie el sur, hasta que llegaron a un territorio conocido como Tierra de Fuego, que formaba parte del reino de Rugiano.

   Una noche, después de una dura jornada, acamparon al abrigo de una formación rocosa que ofrecía una protección excelente.

   -Esta tierra está maldita -advirtió Crispín-. El cielo está oscuro, la luna apenas se distingue y las estrellas están escondidas.

   -Ya no importa -respondió el caballero Adragón, con un tono de amargura-. Mis estrellas son Alexia y Émedi, y temo que nunca volveré a verlas.

   -Encontraremos a Arquitamius. Él te las devolverá y te dará la luz que necesitas.

   -Será difícil encontrarlo en estas condiciones. Tierra de Fuego es un verdadero infierno. Y por si fuera poco -añadió Arturo-, dicen que el rey Rugiano está sediento de sangre.

   -Nuestra misión no es sencilla -reconoció Crispín-. Pero la llevaremos a cabo.

   Después de cenar, se acostaron bajo el techo de piedra junto a una hermosa fogata y se envolvieron con gruesas mantas para protegerse del intenso frío de la noche.