AVENTURA EN BILBAO

3 - SÁBADO, 3 DE OCTUBRE DE 2020

He llegado al aeropuerto de Barajas sobre las 6:30. He sacado la tarjeta de embarque, preocupado por el control, pero lo he pasado sin problemas.


Para mi sorpresa, nadie me ha preguntado por el motivo de mi viaje. Llevaba un documento justificativo que los organizadores de la feria del Libro me habían enviado a través de la librera, pero no me ha hecho falta. He supuesto que, a la vuelta, sí me lo pedirán.

Madrid está oficialmente confinado, pero a las pocas horas de esta orden, se puede coger un avión a cualquier destino sin problemas.

En el aeropuerto, todo el mundo lleva mascarilla y la gente mantiene una distancia social adecuada. También hay que decir que hay poco público. El ambiente es silencioso y un poco lúgubre.

El embarque ha sido rápido debido a que somos pocos pasajeros. Ni una cuarta parte de los asientos están ocupados.

He mandado un mensaje a Naiara para decirle que todo va bien y que puede recogerme en el aeropuerto de Bilbao a la hora prevista. Supongo que se pondrá contenta.

Aterrizamos a las 8:40 a trompicones. Puntualidad absoluta.

Naiara me está esperando. Llueve a mares y no se ve nada a veinte metros. El día es gris oscuro y no vaticina nada bueno.

Mientras volábamos entre turbulencias, me he acordado del miedo que tenía a volar y que tanto me hizo sufrir. Durante años viajar en avión fue una verdadera tortura. Hasta que un día, por arted e magia, el miedo desapareció. NUnca encontré una explicación a este sorprendente cambio, pero fue una bendición ya que no he parado de viajar.

El taxi nos deja ante el recinto ferial, dejo la maleta en la caseta y nos vamos a tomar un café. Todavía quedan dos horas para abrir.

Entre café y café, Naiara me cuenta cosas sobre la venta de libros y me confirma que ser librero es mucho más complicado de lo que parece. Dice que la feria no está yendo muy bien debido, sobre todo, al mal tiempo. Tanto esfuerzo para tan poco.

LA Feria del Libro está bien ubicada, en el Paseo del Arenal, entre árboles y con mucho espacio para los visitantes. Son varios bloques de cinco o seis casetas distribuidos en filas.

Pasamos la mañana viendo pasar a algunos visitantes. Apenas se vende.

Vamos a comer a Sestao y eso me da la oportunidad de conocer el Metro de Bilbao. Limpio y rápido. Me lleva a su librería y me la enseña. Es impresionante lo bien que ha aprovechado ele spacio, cone stanterías bien colocadas. Y es que los libros, que son pequeños, ocupan siempre mucho espacio y tienen que ser localizables con rapidez.

La comida está muy bien y la charla también. Los libreros tienen buenas historias para contar. A ver, los escritores también. Así que cuando se juntan dos que les gusta hablar, la sobremesa se alarga.

Volvemos a la feria ya que, a las cinco, tenemos la presentación de El aventurero.

¡Sorpresa! La presentación no se puede realizar ya que la caseta de presentaciones está cerrada. 

Naiara envía algunos mensajes, pero no obtiene respuesta. En fin, así son las cosas a veces. La castea estaba reservada y confirmada pero, llegado el momento, nos encontramos con las puertas cerradas.

El Aventurero no se ha podido presentar ni en Vallecas ni en Bilbao. veremos qué pasa la semana que viene en Granada.

Por la tarde, la firma de libros va algo mejor. A pesar de que se ha levantado una imponente tormenta de aire, y de que el cielo se está oscureciendo, algunas personas permanecen en la recinto ferial.

Tengo suerte y algunos niños se acercan y se interesan por varios de mis libros.

Decido varios ejemplares y hago dibujos y dedicatorias  a los chavales que quedan encantados, igual que yo.

Las dedicatorias son los momentos buenos que hacen que todo nuestro esfuerzo quede compensado. No hay mejor recompensa que ver la ilusión de estos jóvenes lectores cuando les cuento de qué va la historia del libro que les interesa y les doy algunos detalles. El brillo que sale de sus ojos cuando les hago un dibujo y les digo que ya forman parte de la historia, es inigualable.

Ilusión es la palabra clave.

Para eso escribo, dibujo y viajo.

De repente, la vida de mis lectores se tiñe de fantasía y creen que todo es posible.

Cuando se ven retratados y se dan cuenta de que su imagen está plasmada e incorporada en su libro, su mirada cambia.

En la tarde de hoy ha venido un niño que me ha llamado especialmente la atención. Es tan amante de las aventuras que traía una ametralladora de juguete colgada del hombro que para él era real.

Le ha dado un ataque de emoción cuando ha visto el dibujo que le he hecho. Era, posiblemente, la primera vez que alguien le hacía posar con su arma y que le hacían creer que era un aventurero de verdad. Hasta yo me he emocionado al verle.

Ahí está la verdadera clave de nuestro trabajo. Hacer que nuestros lectores crean que sus sueños pueden hacerse realidad.

Al final, la tarde ha sido productiva y he ganado algunos amigos y seguidores.

Cada vez que hago una dedicatoria con acuarelas, me acuerdo de Alfonso Mateo-Sagasta. Gracias a él, he recuperado esta técnica que tenía olvidada.

Me ha llamado la atención ver que muchos niños pedían cómics.

Resulta que, al cabo de los años, el cómic se está poniendo de moda. Y no es de ahara, lleva tiempo.

Llevo tiempo pensando en hacer un intento de crear un cómic infantil. Escribirlo y dibujarlo.

Hace años escribí cuatro guiones, con sus storyboards, de mi personaje Maxi el aventurero, que se publicaron en la editorial SM. A estas alturas, hacer un cómic infantil para niños y niñas, puede ser un trabajo muy divertido.

El sábado termina con un balance positivo.




CONTINUARÁ.